viernes, 22 de noviembre de 2013

Soltar


Muchas veces el dolor es más grande que la ausencia que lo generó.

Cerrar los ojos es un mecanismo que la cabeza toma como punto de partida para comenzar a traer flashes, situaciones -quizás innecesarios- que sólo suman grietas a unos ojos que están a punto de romper en llanto. Demasiadas palabras se callan en cada lágrima.


Nos aferramos a un instante y lo guardamos bajo llave intentando que se conserve y no se desgaste; creemos que siempre va a ser necesario volver a él. Sin embargo, ahí está el error, en no soltar. En no dejar ir a algo, o a un alguien. Retenerlo es no avanzar, estancarse en la necesidad de controlar el tiempo. Esperar que los momentos no maduren y quieran irse, alejándose de nuestros recuerdos para siempre.

Una partida deja un espacio que se llena, primero con lágrimas, para luego colmarlo con algo similar a la felicidad. 

Al final de cuentas, todos necesitaremos siempre un abrazo que desate el nudo de nuestras gargantas.


UMS