sábado, 9 de abril de 2016

Taller

Y lo dejás ir. Era tan simple como eso. Afuera esas noches desveladas que hacían que tu clase durante las mañanas sean un suplicio debido a la falta de sueño. Adiós a esas tardes en donde una canción se convertía en la banda de sonido de un recuerdo inoportuno. Amargarse no vale la pena. Ya no.

¿De qué sirve intentar construir una historia cuyos cimientos ya son ruinas? ¿Para qué avanzar utilizando solamente tus brazos como remos? Las historias son de a dos, si no se convierten en una autobiografía.

Se levanta la cabeza y se avanza. Duele, pero se puede. Mirá a tu alrededor, hay miles de ejemplos vivientes de ello. 



La comodidad de la victimización sólo es placentera para quién la actúa y no para el espectador. No hay nada que apene más que una persona que culpa al resto de su falta de determinación y carácter.

Sí, es preferible que tomen decisiones por nosotros para evitar cargar con la culpa de una equivocación, pero eso no te quita responsabilidad, sino que te envía directamente al banquito de los acusados por falta de huevos. Un horror.

Si algo o alguien en tu vida no funciona como corresponde, no es tu trabajo arreglarlo. Cada uno de nosotros tiene su mecánico de fábrica que se encarga de enmendar fallas para permitirnos continuar nuestra ruta. No somos el taller de nadie. Ninguna persona nos puede utilizar como boxes para salir a la pista en condiciones.

Hacete valer.

Empecemos a cambiar el "no dormir POR alguien" por "dormir CON alguien".

UMS