Sin saberlo, aquella tarde soleada de marzo estaba invitada a una cita con la muerte en la cual yo sólo oficiaría de vil espectadora.
Luego de un mediodía estresante de compras, partimos junto con mi mamá y mi hija hacia Adrogué, la localidad más pintoresca de zona sur.
Teníamos el cumpleaños número 5 de una de mis primas, y siendo la presentación en sociedad de mi hija de tan sólo 30 días el mayor atractivo, decidí aceptar la invitación al evento. No, las molestias post cesárea ya no existían. Era una madre feliz disfrutando de la primera salida después de su primer embarazo. Al fin.
Llegamos a la casa de mis viejos y estaba él, mi príncipe encantador, ese al que bajo una muy mala costumbre solía decirle 'papá'. Justo se iba. Así que chocheó un rato con su nieta 0 KM, recién salida de fábrica y volvió a su trabajo. En un rato nos veríamos.
Hicimos tiempo hasta que a las 17 horas puntual, partimos hacia la fiesta.
Llegamos. Fuimos las primeras. Papelón. Dentro de las 3 cosas que una persona NO debe hacer está el llegar temprano a un evento.
A mi prima le fascinó el cupcake de Muma's y los accesorios de Barbie que le había regalado yo, 'la prima de Recoleta'. En ese entonces vivía en Av. Del Libertador frente al Parque Thays. La buena vida.
Empezaron a llegar los invitados. Mi hija fue el centro de atención, era lógico. Las madres después de parir pasamos a un décimo plano en el que sólo somos los individuos que fabricamos el alimento con el cual la criatura mordisqueable se nutre.
Comienza la fiesta. Típico de mi familia: exquisita comida por doquier, buena música y esa alegría característica de la gente que es feliz con los suyos.
19 hs. Llega mi papá. Con la remera Adidas negra que le había regalado para Navidad y unas bermudas.
Se sentó en nuestra mesa y comenzó el show. Para no romper la costumbre, fue el alma de la fiesta.
Salimos al parque del salón a tomar algo con mis tíos. La noche asomaba con una temperatura ideal.
Mi hija se había empezado a poner un poco molesta. En un banco estábamos sentadas mi mamá y yo, él estaba con la bebé en brazos. Me preguntó si quería que fuésemos a mi departamento. Le dije que no, que esperásemos a que corten la torta y le canten el 'feliz cumpleaños'. Que lo que en realidad quería era que me lleve a Aeroparque a ver despegar los aviones (pequeño chiste que hago desde que tengo uso de razón). "De una patada en el culo vas a ir a ver los aviones", me dijo riendo.
Mi mamá le pidió algo para tomar. Él, mufando y burlándose de la comodidad de su señora esposa, dio media vuelta y fue a buscar cerveza.
De pronto se sintió el golpe. Aún puedo escucharlo. Mi papá en el piso. Gritos. Corridas. Desesperación digna de películas. Arranqué de los brazos de mi mamá a mi hija para que no le transmitieran tanto dolor e impotencia.
Se lo llevaron. Ahí mismo me despedí de él. Para siempre.
NdR: En la madrugada, cuando yo intentaba "descansar" mientras mi marido se encargaba de los papeles correspondientes a uno de los trámites más dolorosos que una persona puede hacer, sonó mi celular. Se había marcado como no leído un mensaje que me había enviado mi papá unos días atrás: "Hija, soy Chatoman. Tengo este chip hasta que me manden el mío".
Aún lo guardo.
Luego de un mediodía estresante de compras, partimos junto con mi mamá y mi hija hacia Adrogué, la localidad más pintoresca de zona sur.
Teníamos el cumpleaños número 5 de una de mis primas, y siendo la presentación en sociedad de mi hija de tan sólo 30 días el mayor atractivo, decidí aceptar la invitación al evento. No, las molestias post cesárea ya no existían. Era una madre feliz disfrutando de la primera salida después de su primer embarazo. Al fin.
Llegamos a la casa de mis viejos y estaba él, mi príncipe encantador, ese al que bajo una muy mala costumbre solía decirle 'papá'. Justo se iba. Así que chocheó un rato con su nieta 0 KM, recién salida de fábrica y volvió a su trabajo. En un rato nos veríamos.
Hicimos tiempo hasta que a las 17 horas puntual, partimos hacia la fiesta.
Llegamos. Fuimos las primeras. Papelón. Dentro de las 3 cosas que una persona NO debe hacer está el llegar temprano a un evento.
A mi prima le fascinó el cupcake de Muma's y los accesorios de Barbie que le había regalado yo, 'la prima de Recoleta'. En ese entonces vivía en Av. Del Libertador frente al Parque Thays. La buena vida.
Empezaron a llegar los invitados. Mi hija fue el centro de atención, era lógico. Las madres después de parir pasamos a un décimo plano en el que sólo somos los individuos que fabricamos el alimento con el cual la criatura mordisqueable se nutre.
Comienza la fiesta. Típico de mi familia: exquisita comida por doquier, buena música y esa alegría característica de la gente que es feliz con los suyos.
19 hs. Llega mi papá. Con la remera Adidas negra que le había regalado para Navidad y unas bermudas.
Se sentó en nuestra mesa y comenzó el show. Para no romper la costumbre, fue el alma de la fiesta.
Salimos al parque del salón a tomar algo con mis tíos. La noche asomaba con una temperatura ideal.
Mi hija se había empezado a poner un poco molesta. En un banco estábamos sentadas mi mamá y yo, él estaba con la bebé en brazos. Me preguntó si quería que fuésemos a mi departamento. Le dije que no, que esperásemos a que corten la torta y le canten el 'feliz cumpleaños'. Que lo que en realidad quería era que me lleve a Aeroparque a ver despegar los aviones (pequeño chiste que hago desde que tengo uso de razón). "De una patada en el culo vas a ir a ver los aviones", me dijo riendo.
Mi mamá le pidió algo para tomar. Él, mufando y burlándose de la comodidad de su señora esposa, dio media vuelta y fue a buscar cerveza.
De pronto se sintió el golpe. Aún puedo escucharlo. Mi papá en el piso. Gritos. Corridas. Desesperación digna de películas. Arranqué de los brazos de mi mamá a mi hija para que no le transmitieran tanto dolor e impotencia.
Se lo llevaron. Ahí mismo me despedí de él. Para siempre.
NdR: En la madrugada, cuando yo intentaba "descansar" mientras mi marido se encargaba de los papeles correspondientes a uno de los trámites más dolorosos que una persona puede hacer, sonó mi celular. Se había marcado como no leído un mensaje que me había enviado mi papá unos días atrás: "Hija, soy Chatoman. Tengo este chip hasta que me manden el mío".
Aún lo guardo.
UMS
Te abrazo desde acá hasta allá.
ResponderEliminarCreo que todos, una vez que termina el post, queremos salir corriendo a abrazarte.
ResponderEliminarLamentablemente esos momentos no se olvidan más, sobre todo esos detalles ínfimos pero odiosos. Viví una situación similiar, lo único que rescato es que conoció a su nieto, lo que siempre quiso.
ResponderEliminarY también, tengo miedo de olvidar su voz, pero cuando la recuerdo siento que ayer lo vi.
Lo más lindo: cuando nos visitan en los sueños.
Linda... Abrazo fuerte!
ResponderEliminarEl dolor es siempre único y no se puede trasmitir, pero si se puede tratar de empatizar y ponerse en la piel del otro. Te mando tres abrazos.
ResponderEliminarInevitable sentir un nudo en la garganta y piel de gallina
ResponderEliminarLinda, cuánto te entiendo. Fijate cómo lo describís todo, maravillosamente. Un abrazo infinito.
ResponderEliminarSenti tu dolor. Te abrazo fuerte!
ResponderEliminarAhora lloro por mi papá. Nos abrazamos
ResponderEliminarSublime, como cada cosa que haces. Te quiero hermosa.
ResponderEliminarNo puedo dejar de llorar, tengo un nudo en la garganta. Me dejaste sin palabras, un abrazo fuerte.
ResponderEliminarHace unos meses, de manera repentina también, se fue mi madre. Sin despedida ni nada. A algunas hermanas (tengo más de dos) se les apareció en sueños. Yo la he visto allí pero nunca hablé con ella. Solo la viví en el sueño como la recuerdo en la vigilia: siempre haciendo algo, siempre su estampa, su manera ineludible de ser como era. El tiempo lo transforma todo y algunas cosas que hacía y me decía, en su momento no las entendí y ahora si. Yo quiero pensar que habrá más cosas que irán decantando, como yendo de su mano a un lugar más sabio y pacífico. Ojalá que el sosiego y la feliz memoria te lleguen pronto. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarSe me pone la piel de gallina cada vez que lo leo.
ResponderEliminarLa gente que amamos de una u otra forma, es eterna.
Que momento tan horrible e inesperado, me dejaste pensando mucho. Fuerza Muntz
ResponderEliminarMuntz, te entiendo perfectamente. Pero todos tenemos el mejor papá del mundo ¿no? Mi papá quizá no es el mejor, pero para mí si lo es. Aunque el sea alcoholico y fumador, para mí, es lo mejor que la vida me pudo dar. No se trata de que si tu papá es compañero, o no. El mejor padre del mundo es ese que mata y muere por los hijos. Es ese que ve como una prioridad la felicidad de sus hijos y no la de uno mismo. Ése es el mejor padre. Y yo creo que muchos lo tenemos. No hay uno solo. Quizá mi papá no es cómo lo fue el tuyo, pero no le quita lo especial... quizá todos queremos un papá como el tuyo, pero no significa que al nuestro lo veamos como el mejor y lo admiremos. Mi papá es el mejor. Y a esa frase me gustaria que la dijeran todos los hijos del mundo. Besos Muntz, miles de abrazos y besos.
ResponderEliminarDios, me hiciste llorar como yegua, uno nunca esta listo para nada, me paso con mi abuela "La veo hacerse una pequeña luz brillante y desapareciendo" fuerza, y apoyo desde muy lejos <3
ResponderEliminarI´m so sorry
ResponderEliminar:(
Se te dio una vida antes de quitarte otra, porque se sabía que equivalían sus fuerzas y lo mucho que los amas.
ResponderEliminarCreo fervientemente que todos los cariños intentan ser compensados, para no encerrarnos en la pérdida.
Abrazo enorme a la distancia de no muchas cuadras, estoy en temperley.
Meli.